viernes, 10 de julio de 2009

Cabaret

Soy una señorita de pueblo y pertenzco a una de las familias más adineradas del lugar. Soy la cuarta de mis cinco hermanas, tengo 22 años, excepto mi hermana pequeña, el resto están casadas y con su familia ampliada.

Mi padre siempre tuvo pena por lo que sería de mí, con mi ingenuidad y mi poca independencia, no sabría valerme por mi misma, yo siempre quise estudiar, ir a la universidad, ser maestra o hacer secretariado, pero en los tiempos de entreguerras que corren, no está bien visto en una chica de mi índole...

Papá con toda su buena intención, hace un año me casó (por conveniencia) con Henry Dale, un caballero inglés de mundo, adinerado y con muy buenas relaciones sociales. Henry viene de una familia de clase obrera, pero tiene un don para ganarse a la gente, lo que le ha llevado al mando de un negocio de importación de productos ingleses. Vivimos en París. Todo el mundo quiere a Henry Dale, en los actos a los que asistimos siempre lo veo rodeado de bellas mujeres. No se lo que vió en mi, no creo que fueran solo las posesiones de mi padre. Supongo que fue atraido por mi resistencia a contraer matrimonio con él, yo siempre he estado enamorada de un jóven del pueblo que partió hace años para alistarse en el ejército y que me juró amor eterno, en el pueblo lo dan por muerto, pero algo me dice que aún está vivo.

Volviendo a Henry y a París, hace unas semanas que me vengo dando cuenta que Henry desaparece por las noches, el cree que yo duermo mientras tanto, piensa que soy demasiado ingenua, pero investigando en su ropa encontré en el bolsillo interior de una de sus chaquetas una tarjeta en la que se leía el nombre de "Folies Bergère" y por detrás una dirección "Rue Richer 32". Jamás había oído nombrar ese lugar en sus conversaciones, no sabía de qué se podía tratar...

Era la noche perfecta Henry tenía un viaje de negocios y esa noche dormiría sola en nuestra cama, era el mejor momento para descubrir de donde provenía esa tarjetita. Hablé con Marcell nuestro chófer para que me llevará hasta allí, y lo amenacé con despedirlo si le contaba algo a Henry (supongo que también debe estar amenazado por mi marido para que no cuente nada de sus salidas nocturnas...).

Me dejó en la puerta del edificio, era de noche, tarde, pero había mucho movimiento en la calle. El edificio era grande de estilo art decó y en la parte superior de la fachada el nombre con sus trece letras. Tras unos segundos parada frente a la puerta, me apresuré a entrar rápidamente como si de un tren que está a punto de partir se tratara. Agarré el tirador con fuerza y empujé.

Los colores cálidos en tonos rojizos se mezclaban con el ruido, la música y las risas, una nube de humo suspendida en el aire hacía que no distinguiera bien las formas, el público en su mayoría era masculino, y en el escenario mujeres con escaso atuendo bailaban e interactuaban con sus espectadores de una forma muy descarada.

Permanecí boquiabierta, de piedra al menos dos minutos, hasta que un susurro en mi oido me hizo reaccionar.

-¿Se ha extraviado señorita?-

Pero yo permanecía muda. Me ofreció su brazó y no lo desprecié, me agarré con fuerza y me llevó hacia una mesa un poco más apartada del bullicio. Notaba como la gente nos miraba, y como las mujeres del lugar me examinaban de arriba a abajo con cara de asombro.

De lo que mi acompañante me dijo, lo único que retuve en el cerebro fue que era coronel, ni siquiera pude recordar su nombre, estaba absorta y el ruido tampoco me permitía oir con claridad. Sus rasgos me resultaban familiares, pero no conseguía averiguar por qué. En la mesa había un vaso con un líquido transparente del que él me invitó a beber, supuse que era agua, justo lo que necesitaba en ese momento. Bebí de golpe, pero cuando me llegó a la garganta sentía como si me estuviera quemando por dentro desde el esófago hasta el estómago, era fuego. Me provocó una arcada.

-Vodka- pronunció.

-¡Me quema! ¿no será venenoso?- grité acompañado de un gesto de desesperación.

-La ayudará a integrarse y a verlo todo con más naturalidad- contestó con un suave tono tranquilizador.

(Continúa...)